Ser padre de un adolescente
Lo primero que debe saber el padre de un adolescente
Uno de los cambios más profundos que hemos visto en la vida familiar en los últimos treinta años muestra que a día de hoy, hay conversaciones más sensatas y significativas entre padres y adolescentes de las que habían antes.
En la mayoría de las familias que he conocido en los últimos tiempos en mi práctica de terapia familiar, los jóvenes pueden hablar libremente y mirar a sus padres a los ojos. Es un gran cambio. Hace veinte años, esos mismos jóvenes miraban hacia el piso y murmuraban: «No sé» cuando se les preguntaba o confrontaba alguna cuestión. En términos de salud mental y el bienestar de la familia, este es definitivamente un gran progreso, posible gracias al reconocimiento de lo negativo de la comunicación violenta.
Sin embargo, hay tantos mitos sobre la adolescencia, tantas advertencias de los expertos y tantos nuevos peligros que algunos padres sienten pánico y comienzan a practicar algún tipo de paternidad “turboalimentada” con la esperanza de que sea posible lograr la perfección. Esta es sólo una razón.
Otra razón es que los padres aún quieren ser una parte importante y responsable de la vida de los que eran sus niños, por lo que tratan de mantener su trono; su papel como el sabio, el modelo y el guía. Cuando este es el caso, los miedos tienden a convertirse en realidad: luchas de poder, reglas y acuerdos que se rompen, falta de tacto, comportamientos de riesgo y alienación.
La razón principal de esto es que los niños hasta la pubertad necesitan la orientación y la sabiduría de sus padres para guiarles. Necesitan la visión general que tienen los padres; la experiencia y la capacidad de pensar en las posibles consecuencias.
En el mismo momento en que se produce el dramático cambio psico-sexual que llamamos pubertad, la vida del niño se vuelve muy diferente. El niño cuestiona su propia identidad,a los padres y sus propios valores y a menudo pasa por algunos años sin saber quién es «realmente».
Puede ser un proceso tranquilo, o una gran crisis, pero sea lo que sea, es hora de que los padres se den cuenta de que pueden saber quién era su hijo, pero no quien es ahora.
Tu hija / hijo adolescente necesita dos cosas de ti: confianza y también necesita que actualices tu rol de padre a las nuevas circunstancias. Los padres deben salir de la primera línea en la vida de los niños y en cambio, estar disponible como la mejor red de seguridad y apoyo. No reduces tu proximidad emocional, tu compromiso o interés, sino simplemente mantienes tu distancia. Tu trabajo como padre aún es cuidar de tu hijo, a ti mismo y de tu relación con el ahora adolescente, pero de otra manera. El actuar desde esta otra perspectiva, allana el camino para una verdadera relación de amistad adulta.
Un papel constructivo y más satisfactorio es convertirte en un «compañero de entrenamiento». Piensalo como un boxeador que tiene un compañero de entrenamiento que lo ayuda a ponerse en forma para ganar el campeonato. El trabajo consiste en ofrecer tu resistencia y minimizar el posible daño.
Tú resistencia está en tus valores, tus historias, tu visión general y tu sabiduría; todo esto tienes que presentar y confrontar a tu adolescente cuando él / ella te pregunte qué piensas de algo o cuando solicita tu permiso, o cuando hace algo que a ti no te gusta.
Asegúrate de hacerlo de una manera que deja suficiente espacio para que tu adolescente tome sus propias decisiones y siga su propio camino. Recuerda, la definición misma de crecer es madurar y convertirse en una persona y no en un tipo de clonación. Si te relacionas de esa forma con tu hijo o hija, no arruinarás el proceso y puedes confiar en que tu adolescente te tomará en serio, aunque no siempre se de cuenta, y no siempre te haga caso.
Algunos adolescentes tienen períodos en los que son simplemente insoportables y si tiendes a tomarlos personalmente, deberías mirar lo que dice la neurociencia, indica que hasta el 65% del cerebro del adolescente se reconstruye durante la pubertad. En otras palabras, trata de no tomarlo personalmente y como una señal de que has fallado. Es sólo la naturaleza que toma las riendas durante este periodo.
Vas a ver el resultado final sobre tu capacidad de crianza / liderazgo cuando tu hijo esté en sus treinta y / o se convierta en padre. Lo que sea que veas entonces, es demasiado tarde para cambiar a tu hijo, pero nunca es demasiado tarde para cambiarte a tí mismo.
Eres libre de disfrutar plenamente de tu vida, tus intereses desatendidos, tu pareja y, con un poco de suerte, el papel de asesor temporal de tu hijo cuando se te invita.
¿Cometiste errores en el camino? ¡Oh sí, muchos! Los mejores padres cometen una veintena de errores al día y, si tu promedio personal no supera los treinta, puedes tomártelo con calma y perdonarte. Si te responsabilizas por aquello errores de los que te des cuenta, no sólo evitas la culpa, sino que también te conviertes en un buen modelo para tus hijos que te amarán por siempre. Lo que intentamos lograr en la paternidad de hoy es más ambicioso y desafiante: que nuestros hijos crezcan y se amen a sí mismos.
Como aún padre de niños pequeños, tienes la oportunidad de prevenir muchos problemas y distanciamiento al incluir algunas de las cualidades mencionadas a continuación:
- La autoridad personal hace que tus hijos se sientan seguros y te respeten. También les ayuda a desarrollar un fuerte sentido de sus propias necesidades, deseos y límites, haciéndolos lo suficientemente fuertes como para elegir su propio camino cuando sea necesario.
- La responsabilidad personal allana el camino para que tus adolescentes y jóvenes adultos sean responsables más que obedientes.
- Las dos consecuencias de su liderazgo paterno aseguran una gran proximidad cuando sean adultos.